Por primera vez, más del 65 % de la población en España dedica parte de su tiempo libre a la lectura. Este dato, recogido en el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2024, refleja un cambio positivo en los hábitos culturales del país. Además, contradice la idea de que los jóvenes no leen: un impresionante 75,3 % de las personas de entre 14 y 24 años disfruta de la lectura como actividad de ocio.
Sin embargo, más allá de los números, surge una pregunta fascinante: ¿puede la lectura transformar el cerebro humano? Según un estudio publicado en la revista Neuroimage, la respuesta es afirmativa.
¿Qué revela el cerebro de un buen lector?
En esta investigación, realizada a partir de datos del Proyecto Conectoma Humano con más de 1,000 participantes, se descubrió que las personas con mayores habilidades lectoras presentan características anatómicas específicas en el cerebro, particularmente en el hemisferio izquierdo.
Regiones clave en el hemisferio izquierdo
Dos áreas de este hemisferio están directamente relacionadas con las habilidades de lectura:
- Lóbulo temporal anterior: Ubicado aproximadamente a la altura de los oídos, esta región asocia diferentes tipos de información significativa. Por ejemplo, para comprender la palabra pierna, esta zona combina información visual, sensorial y motora, ayudándonos a visualizar, sentir y entender su movimiento.
- Circunvolución de Heschl: Este pliegue en el lóbulo temporal superior alberga la corteza auditiva, responsable de procesar los sonidos. Aunque la lectura es principalmente una actividad visual, el reconocimiento fonológico (es decir, cómo suenan las palabras) es esencial, especialmente en el aprendizaje infantil.
Curiosamente, el grosor y la estructura de estas áreas no solo influyen en la capacidad lectora, sino que también están relacionadas con trastornos como la dislexia. En personas con este trastorno, se ha observado un giro de Heschl izquierdo más delgado. Sin embargo, estas diferencias estructurales no son exclusivas de quienes tienen dificultades lectoras, sino que se distribuyen a lo largo de la población.
¿Más grosor cortical significa mejor lectura?
Un hallazgo sorprendente de la investigación es que el grosor de la corteza cerebral no siempre se traduce en mejores habilidades. En el hemisferio izquierdo, la mayor cantidad de mielina —una sustancia que recubre y aísla las fibras nerviosas para acelerar la comunicación neuronal— da lugar a áreas corticales más planas pero más extensas. Este diseño es ideal para el procesamiento rápido y categórico que requiere el lenguaje.
Por otro lado, habilidades más complejas, como la integración de información relacionada con la fonología y el significado, parecen beneficiarse de una corteza más gruesa. El lóbulo temporal anterior, conocido por su papel en la combinación de información diversa, es una de las estructuras más gruesas del cerebro humano, gracias a la interacción entre neuronas que trabajan de forma simultánea.
La plasticidad del cerebro: el impacto de la lectura
El cerebro es un órgano notablemente adaptable. Estudios previos han demostrado que aprender un nuevo idioma o perfeccionar una habilidad puede modificar la estructura cerebral. De manera similar, la lectura puede moldear el lóbulo temporal y la circunvolución de Heschl, fortaleciendo estas áreas con la práctica.
Por ello, fomentar la lectura no solo beneficia a nivel individual, sino también a nivel colectivo. Un mundo en el que leer deje de ser prioritario podría ver afectadas habilidades cruciales como la interpretación del entorno y la comprensión de las emociones de los demás.
Un hábito con impacto humano
Ese momento en el sillón con un buen libro no es solo un placer personal. Leer contribuye al desarrollo de habilidades cognitivas esenciales que no solo enriquecen la mente individual, sino también la capacidad de empatía y conexión humana. Así que, si buscas una razón más para abrir un libro, recuerda que cada página podría estar transformando tu cerebro… y quizá, el mundo.